Este sitio en internet está dedicado a mi nieta Luna.
El Factor Humano © José Luis Martínez Burguet y sus respectivos propietarios
Este texto de presentación lleva ese nombre porque recuerdo que “Larsen” era el logo con el que
mi padre firmaba muchas de sus composiciones/arreglos/bandas sonoras y trabajos musicales de
todo tipo, por lo menos a nivel básico, para luego desarrollarlas como obras definitivas que eran
registradas en la SGAE como Emilio Martínez Lluna, su verdadero nombre.
También era el sobrenombre con el que era conocido por sus colegas en el ambiente musical
valenciano de los años 30 y primeros 40 donde se formó y empezó su vida profesional, y en el del
Madrid de los 40, 50, 60, 70 y los primeros 80, hasta que se jubiló con 70 años. Cuando hablo de
colegas hablo de la Banda Municipal de Valencia, de la Orquesta Municipal de Valencia, de la
que fue fundador, la Orquesta Nacional de España (le unía una buena amistad con Ataúlfo Argenta, su director durante muchos años), la
Banda Municipal de Madrid –en todas ellas fue primer contrabajo solista por oposición–, el Conservatorio Superior de Música de Valencia,
donde estudió solfeo, guitarra, violonchelo y cursó la carrera completa de contrabajo, así como armonía, instrumentación y composición con
Manuel Palau, el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, del que fue profesor de contrabajo por oposición, y toda una serie de
entidades musicales a las que estuvo vinculado y que aparecen en sus fichas biográficas.
En los documentos anexos hay la suficiente información como para trazarse una idea
de su trayectoria como instrumentista, innovando completamente la técnica de
ejecución del contrabajo, como compositor, con obras que abarcan los más diversos
estilos –música religiosa, polifónica (“Tres minutos de órgano”), para orquesta (el
poema sinfónico “Romance en Orán”), de cámara, para banda, danzas populares,
piezas y canciones para voz e instrumentos, música ligera, música cinematográfica–,
como profesor y pedagogo, desde 1946 hasta 1983, con una gran cantidad de
prestigiosos alumnos de los que fue formador –por su aula pasaron gran cantidad de
contrabajistas que después obtendrían plaza en orquestas y agrupaciones españolas
y extranjeras, a alguno de los cuales he conocido por casualidad… en Dénia!!!–, como
concertista solista, interpretando a Koussevitzky, Bottesini, Monti, etc, y como
arreglista, por su gran habilidad y facilidad para la armonización, sin olvidar su faceta interpretativa de repentización y lectura a primera
vista que hizo que su colaboración en los estudios de grabación de discos fuera muy solicitada.
Pensad que cada vez que oigo una grabación de la Orquesta Nacional de España y otras agrupaciones donde tocó, dentro del repertorio
sinfónico, operístico y de concierto, efectuada entre 1950 y 1980, estoy oyendo tocar a mi padre… La relación de directores de orquesta con
los que trabajó como “concertino” (primer contrabajista de la orquesta) es impresionante: el ya citado Ataúlfo Argenta, Rafael Frühbeck de
Burgos, Odón Alonso, Enrique García Asensio…
Como anécdota en cuanto a sus gustos musicales, siempre recordaré su veneración
por el romanticismo y post-romanticismo alemán, la música rusa y española de
finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, y la música impresionista francesa de
principios del XX, aunque sus preferencias acabaron decantándose por el “Grupo
de los Seis”, sobre todo Darius Milhaud, de quién siempre alabó su capacidad para
la polirritmia y la politonalidad.
El logo “Larsen” lo adoptó como homenaje a la famosa marca de cuerdas del
mismo nombre, las más apreciadas entonces por los profesionales de la familia de
instrumentos de arco.
Por su profesión, enorme formación técnico-musical, criterio artístico amplio y, por
qué no, porque tenía que buscarse la vida –años duros los que le tocó vivir– no sólo tuvo relación con el mundo de la llamada “música
clásica”, sino también con el de la música ligera. Arreglos, temas propios, bandas sonoras de películas, grabaciones discográficas como
contrabajista y todo tipo de colaboraciones como instrumentista en el variado grupo de orquestas, combos y pequeñas formaciones que
actuaban constantemente en teatros, clubs, salas de baile y todo aquello que sonara a música y diversión en la noche madrileña, intentando
así olvidar la dureza y la miseria de la vida cotidiana de un país que acababa de salir de la mal llamada “guerra civil” e iniciaba el camino de
una posguerra que había de durar muchos años.
Larsen